Fue una adaptación de la obra “Odorico, O Bem-Amado e Os Mistérios do Amor e da Morte” (1962) de Dias Gomes, la novela criticaba al Brasil del régimen militar, satirizando lo cotidiano en una ciudad ficticia en el litoral bahiano en la figura de los dos llamados coroneles – políticos y hacendados que ejercían autoridad sobre la comunidad local con fuerza, falta de escrúpulos y demagogia para perpetuarse en el poder.
Fue la primera telenovela en colores de la televisión brasilera, y la primera en exportarse.
El “bien-amado” en cuestión, es el corrupto y demagogo Odorico Paraguaçu (Paulo Gracindo), candidato a prefecto de Sucupira, adorado por la mayor parte de la comunidad.
Como no hay un cementerio en la ciudad, los pobladores se ven obligados a enterrar sus muertos en municipios vecinos, el político tiene como slogan “Vote por un hombre serio y gane un cementerio”. El problema es que no muere nadie para que la obra sea inaugurada. El prefecto decide, entonces, utilizar todo tipo de recursos para no perder el apoyo popular, hasta llegar a consentir la vuelta a la ciudad del matador Zeca Diabo (Lima Duarte), con la garantía de que no lo apresaran. La esperanza es que el mate a alguien y así poder tener un difunto.
El prefecto eso si no imagina que Zeca Diabo estará de vuelta en la ciudad de Sucupira dispuesto a nunca más matar a nadie, pues quiere convertirse en un hombre correcto.
Odorico tiene como aliados a las hermanas Cajazeira – Dorotéia (Ida Gomes), Dulcinéia (Dorinha Duval) y Judicéia (Dirce Migliaccio), enamoradas del coronel – y a
Dirceu Borboleta (Emiliano Queiroz), su fiel secretario personal.
Mas el prefecto también sufre con fuertes opositores a su administración corrupta, tales como la familia Medrado, encabezada por Donana (Zilka Sallaberry) – delegada en ejercicio de la ciudad después que su marido, el delegado Joca Medrado (Ferreira Leite), quedase parapléjico –;
el médico Juarez Leão (Jardel Filho); el periodista Neco Pedreira (Carlos Eduardo Dolabella); y el dentista Lulu Gouveia (Lutero Luiz).
La urgencia en inaugurar el cementerio lleva a Odorico a utilizar muchos ardides. Decide traer para Sucupira a un primo de las hermanas Cajazeira, Ernesto (André Valli), desengañado por los médicos, con la esperanza de que morirá en la ciudad.
Es entonces cuando Odorico tiene la idea de invitar al asesino Zeca Diabo a volver a la ciudad. Pero el prefecto termina furioso, ya que Zeca no mata a nadie.
Hasta deja escapar con vida al mismo o estafador Jairo Portela (Gracindo Jr.), que intenta agarrar a la fuerza a su sobrina, Mariana (Teresa Cristina Arnaud). Odorico le cuenta lo sucedido, incitándolo a matar al patán, del que quería librarse. Pero Zeca Diabo consigue contenerse.
Al darse cuenta de que dejo a Zeca Diabo volver a Sucupira en vano, Odorico exige que Donana Medrado aprese al asesino, con la esperanza de que alguien muera en la persecución. Joca Medrado pide ayuda a la capital, y una tropa es enviada como refuerzo, cercando la casa de Zeca Diabo.
El dispara para todos lados, pero quien mata a un soldado es su hijo, Eustórgio (João Carlos Barroso). Todos, sin embargo, acreditan que los disparos fueron hechos por el carnicero, y lo toman preso. El cuerpo del soldado muerto es enviado a Salvador por el médico Juárez. La prensa cubre la confusión, con un reportaje sobre el caso y es publicado en un periódico de la capital, con una mención al hecho de que la denuncia partió de Odorico. Zeca Diabo queda preso, pero más adelante se fuga.
Con esa tentativa fracasada, el prefecto alimenta la confrontación entre los Cajazeiras y los Medrados, buscando posibles muertos. Instituye el “Día del apretón de manos”, con la mentira de promover un encuentro pacífico entre las dos familias, mas, por debajo de la mesa, incita el odio entre los rivales. El barbero Demerval (Nanai) muere baleado durante el conflicto, más el político no consigue enterrarlo en la ciudad, después Lulu Gouveia, el coronel Emiliano Medrado (Rafael de Carvalho) y sus secuaces roban el cuerpo y lo sepultan en una ciudad vecina.
En otra ocasión, al inicio de una epidemia de tifus en Sucupira, Odorico intenta impedir la llegada de las vacunas: esta vez el no piensa en la inauguración del cementerio con las posibles víctimas fatales de la enfermedad, sino en crear un puesto de vacunación y quedar como rey por poner a salvo a la comunidad de una epidemia.
Entre otras arbitrariedades y abusos de poder, Odorico en cierto momento atenta contra la libertad de prensa y con mandar a cerrar y a destruir el periódico de la ciudad, “La Trompeta”de propiedad del periodista Neco Pedreira. El detonante es la publicación de una entrevista con el médico Leo Juárez, en la que denuncia las acciones del alcalde. En otra ocasión, Odorico bajo una ordenanza ordena que los dueños de mascotas pongan pañales a sus animales.
Es un escándalo político, que echa abajo todos los planes del alcalde. Este es el "Sucupiragate" donde Odorico es acusado de espionaje por mandar a instalar un micrófono en el confesionario de la iglesia para descubrir los secretos de sus enemigos. Con la maquinación también tiene acceso a las historias tragicómicas intimas de los residentes. El crimen fue descubierto por el cura, impreso en la primera página del periódico local con el titular "El espionaje en el confesionario." Las grabaciones se hacen públicas, y la crisis es inevitable.
La situación se complica cuando Dirceu Borboleta, a cargo de las escuchas telefónicas, descubre que el alcalde es el verdadero padre de su hijo con Dulcinea Cajazeira, con quien se casó. Angustiado, Dirceu estrangula a su esposa y es arrestado. El alcalde ni siquiera puede tomar ventaja de la situación para abrir el cementerio con el entierro de Dulcinea pues Judicéia y Doroteia envían el cuerpo de su hermana a la parcela de la familia en otra ciudad.
El escándalo debilita a Odorico Paraguaçu políticamente, y el pueblo Sucupira hace revueltas contra él, teniendo a los miembros de la oposición liderada por Neco Pedreira y Doñana Medrado, articulando su destitución. Desesperado, Odorico cuenta sólo con la ayuda de Dorothea y Judicéia quienes lo consideran responsable de la muerte de su hermana, se quedan a su lado solo para que Doñana Medrado – de la que son enemigos mortales - no gane el juego político.
Odorico tiene la idea de simular un ataque contra sí mismo, echando la culpa del atentado a la oposición y pasando de culpable a víctima. El alcalde hace una alianza con Zeca Diablo para que el ex asesino lo ayude con el plan. Pero Zeca, que se había alfabetizado con la ayuda de Dorothea, leyó en un periódico de la capital, que le envio Lulu Gouveia, que el alcalde era responsable de la falsa acusación que lo puso en prisión a causa de un asesinato que no cometió. Sintiéndose traicionado, Zeca Diablo va a la oficina del alcalde y lo mata con tres disparos.
Con el entierro de Odorico es inaugurado el cementerio de Sucupira, con derecho a un discurso de Lulu Gouveia alabando al muerto. Irónicamente, Zeca Diablo había hecho lo que Odorico tanto quería: proporcionarle el primer fallecido para el cementerio. Entonces Zeca Diablo se despide de la familia y deja otra vez Sucupira.
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